La Estrella de la Muerte

Parece ser que entre algunos ponentes que publican problemas de valuación, se busca transmitir conocimiento mediante una mezcla perfecta de enseñanza, la fórmula: Teoría de valuación combinada con un tema absurdo, algo así como “Te enseño jugando”.

Hace poco me encontraba dando una Clínica de Valuación en Saltillo, en alguno de los recesos los participantes resolvían un problema, me senté en la salita de espera donde estaban apiladas una serie de revistas de valuación, “Valuador Profesional” hojeando una y en la que me encontré un tema realmente sorprendente:

¿Cuánto vale la Estrella de la Muerte? Efectivamente, la de la película Star Wars de George Lucas. Con honestidad no recuerdo el nombre del autor de este curioso artículo, lo que si se me quedo muy bien grabado es que no era ingeniero, economista o arquitecto, se trata de un abogado, aclaro, no por ello menos competente para desmenuzar temas de esta índole. Por lo cual letras más adelante me referiré a esta persona, con todo respeto, como El Licenciado.

Bien, pues El Licenciado haciendo gala de seria y profunda investigación, en el artículo expone entre comentarios unos amables y otros más chuscos, datos específicos del bien en estudio: dimensiones, peso, capacidad y demás relativos, todos entiendo, debidamente consultados. Una vez explicado todo el bagaje de soporte, escribe de igual forma sobre los tres métodos de valuación que deberán de aplicarse, por supuesto los enfoques de Costo, Mercado e Ingresos, decía en su hipótesis valuatoria: “No existen comparables, por tanto no aplica el enfoque de mercado. No existen bienes similares que se renten, por tanto no aplica el enfoque de ingresos, con los datos que se cuenta, podemos establecer un valor mediante la aplicación del enfoque físico o directo y por tanto concluirlo como Valor Comercial…” al respecto me quede sin palabras, mudo, es evidente, no estoy de acuerdo.

Sin querer pecar de sabio, en este artículo al que hago referencia, por cierto autorizado para su publicación, quedan expuestos errores que desgraciadamente por la circulación nacional de la revista, se transmiten en propuestas no muy certeras de solución a valuadores como sus asiduos lectores, insisto en un contexto de “Te enseño jugando”, toda vez que entre líneas se asegura que activos atípicos, en nuestro caso La Estrella de la Muerte, tienen como única respuesta el enfoque de costos para estimar su Valor Comercial.

Sustento mi dicho. Si bien es cierto que los tres métodos de valuación son válidos para estimar y concluir el Valor Comercial de un bien determinado, en eso no existe duda, también lo es el hecho que deben modificarse los datos de entrada en su fundamento, por lo que la Estrella de la Muerte en su valuación, no debería visualizarse como lo expone El Licenciado como si se tratara de una simple y llana casa – habitación; ya que a simple vista, el problema es en toda su extensión, una Unidad Industrial.

Ahora bien, en el contexto de Unidad Industrial, los ingresos por supuesto no responden a rentas de bienes similares, no hay. Luego entonces, queda muy claro que los ingresos (las rentas) se presentan como utilidad que genera la propia operación. Para encontrar la solución, El Licenciado sólo hubiera planteado una simple pregunta:

¿Qué motivó la construcción de la Estrella de la Muerte?

Según los principios económicos, el crecimiento está sustentado en las reinversiones y a su vez estas se significan en cadena a primera Inversión, Operación y Retorno Económico, creando un círculo virtuoso; por tanto, no existe alguno de estos hechos por si solo sin estar presente los restantes, ¿para quá invertir en algo que no promete retorno?

En este tenor, identificando el retorno económico tendríamos un parámetro, bastante sustentable, a efectos de validar la inversión obtenida mediante el enfoque de costos, lo que nos permitiría concluir cuanto es lo que vale La Estrella de la Muerte, si menos o más que su inversión.

Como humilde sugerencia convendría revisar dos puntos importantes, el primero es agotar los temas a publicarse con todo el soporte técnico necesario, antes que el “estilo” de su exposición. Mientras que el segundo es el tamiz de las publicaciones en tan prestigiada revista, Valuador Profesional, pensando que finalmente un artículo que trata de ser aportación termine incierto y de la vuelta al mundo, posiblemente perjudicando gravemente aquel que trate de abrevar en su conocimiento… sólo, por si acaso.

Este texto es una reproducción total de un artículo publicado en la revista CONFISA, fue escrito por Sergio Contreras, CEO de la consultora.

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